Una
persona escribió a un hotel en el que quería pasar una pequeña
temporada, acompañado por su perro y, por eso, quiso asegurarse de que
le aceptarían al animal, antes de efectuar la reserva de una pequeña
habitación para los dos. A los tres días, recibió la siguiente
respuesta:
"Estimado señor: Según mi larga experiencia en este negocio de la hostelería, hasta el presente, nunca he tenido que llamar a la policía para que se ocupara de un perro borracho que me estuviera destrozando el mobiliario, en plena noche. Ningún perro me dio, jamás, un cheque sin fondos, ni produjo un incendio por dejar el pitillo encendido sobre una manta o sobre una colcha. Mi relación con ellos ha sido impecable, por lo que puedo asegurarle de que su perro será bien recibido en este hotel.
Por otra parte, le comunico que, si su perro me ofrece suficientes garantías sobre usted y su correcto comportamiento, también aceptaremos que pueda, si lo desea, acompañarle."
"Estimado señor: Según mi larga experiencia en este negocio de la hostelería, hasta el presente, nunca he tenido que llamar a la policía para que se ocupara de un perro borracho que me estuviera destrozando el mobiliario, en plena noche. Ningún perro me dio, jamás, un cheque sin fondos, ni produjo un incendio por dejar el pitillo encendido sobre una manta o sobre una colcha. Mi relación con ellos ha sido impecable, por lo que puedo asegurarle de que su perro será bien recibido en este hotel.
Por otra parte, le comunico que, si su perro me ofrece suficientes garantías sobre usted y su correcto comportamiento, también aceptaremos que pueda, si lo desea, acompañarle."
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