Un
abuelito no puede aguantar las ganas de mear y tiene que levantarse, de
mala gana y a media noche, para desalojar el contenido de su vejiga.
Nada más sacar su aparato, para hacerlo, le dice, gruñendo:
- ¿¡Ves, camarada!? Cuando, tú, me necesitas... ¡Yo, me levanto!
- ¿¡Ves, camarada!? Cuando, tú, me necesitas... ¡Yo, me levanto!
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