En una sala de espera, estaban una parejita y un ancianito. Ella le dice a su novio:
- ¡Ay, cómo me duele esta muñeca!
El joven le da un beso en su muñeca y le dice:
- ¿Y, ahora, te duele?
- ¡Ya, no!... ¡Tus besos son medicinales!
- ¿Qué más te molesta, mi amor?
- ¡Este codito!... ¡Me tiene harta!
Le da otro beso en el codo que le había señalado y le pregunta:
- ¿Qué tal tu codo, ahora, cariño?
- ¡Ya no me duele!... Estoy curada, gracias a tus besos milagrosos.
El ancianito, asombrado por lo que estaba viendo y oyendo, consultó:
- Perdona, chaval, pero... ¿Tú me podrías curar las almorranas?
- ¡Ay, cómo me duele esta muñeca!
El joven le da un beso en su muñeca y le dice:
- ¿Y, ahora, te duele?
- ¡Ya, no!... ¡Tus besos son medicinales!
- ¿Qué más te molesta, mi amor?
- ¡Este codito!... ¡Me tiene harta!
Le da otro beso en el codo que le había señalado y le pregunta:
- ¿Qué tal tu codo, ahora, cariño?
- ¡Ya no me duele!... Estoy curada, gracias a tus besos milagrosos.
El ancianito, asombrado por lo que estaba viendo y oyendo, consultó:
- Perdona, chaval, pero... ¿Tú me podrías curar las almorranas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario