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lunes, 10 de marzo de 2014

EQUÍVOCO

Un joven fue a Madrid y, sabiendo que su novia necesitaba unas gafas, vió, en una óptica, la ocasión de comprarle unas buenas, bonitas y baratas. Entró en el establecimiento y, después de ver unas cuantas, escogió las que mejor le parecieron. La dependienta se las envolvió y, él, pagó la cuenta, pero, al salir, en lugar de coger la caja con las gafas, se llevó otra muy parecida que había al lado y que contenía unas bragas que, seguramente, alguna clienta de las que había en la tienda, se acababa de comprar. El chico no se dio cuenta de la equivocación, se fue directamente a correos y le envió la caja a su novia, junto con una carta. Tres días después, la novia recibió el paquete y, extrañada por su contenido, leyó la carta que decía:
"Querida Marta:

Espero que te guste el regalo que te envío, sobre todo por la falta que te hacen, ya que llevas mucho tiempo con las otras que tenías y, éstas, son cosas que deben cambiarse, de vez en cuando. Espero haber acertado con el modelo. La dependienta me dijo que se trataba de la última moda y me enseñó las suyas, que eran iguales. Entonces, yo, para ver si resultaban cómodas, cogí y me las probé, allí mismo. No te puedes ni imaginar cómo se rió la dependienta, porque estos modelos femeninos, en los hombres, quedan muy graciosos y más en mí, que, como sabes, tengo unos rasgos muy masculinos. Le pedí, a una chica, muy parecida a ti, y que estaba allí, mirándome, que se quitara las suyas y se las pusiera, para que yo pudiera ver el efecto que hacían en ella. La jovencita estaba encantadora, así que me decidí y te las compré.

Póntelas y enséñalas a tus padres, a tus hermanos y, en fin, a todo el mundo, a ver qué dicen. Al principio te sentirás muy rara, acostumbrada a ir con las viejas y más, ahora, que has estado algún tiempo sin llevar puestas ningunas. Usalas para salir a la calle y verás como, todo el mundo, notará que las llevas.

Si te estuvieran pequeñas... ¡Dímelo! Te las cambiaría para que no te dejasen señal cuando te las quitaras. Ten cuidado de que, tampoco te estén grandes, no sea que vayas andando y se te caigan. Llévalas con cuidado y, sobre todo, no vayas a dejártelas por ahí y las pierdas, que tienes la costumbre de llevarlas en la mano, para que todos vean tus encantos. En fin, para qué te voy a decir nada más. Estoy deseando vértelas puestas. Me estoy imaginando, ahora, lo sexi que pueden hacerte parecer.

Creo que, éste, es el mejor regalo que podría hacerte... ¿Convienes, en ello, conmigo? ~ ¡Un beso! Manuel."
 

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