Un borracho regresa a las cuatro de la madrugada y ve a su mujer esperándole con una sartén en la mano derecha y, la izquierda, posada en la cadera, amenazante. Pero, antes de que pronuncie palabra, le dice con amor:
- ¡Vete a dormir, ya, cariño!... ¡Que no tengo hambre!
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